La naturaleza se brinda generosa a las manos de las tejedoras.

Hábiles con el huso y la rueca, el tiempo entreteje en ellas posibles motivos. De las raíces, cortezas, flores y frutos como el molle, el calafate y la rosa mosqueta, el agua desprende los colores. El ocre, marrón rojizo y verde petróleo, brillan en las prendas confeccionadas con lana de oveja